Toda mi vida he sido una persona a la que no le gusta deshacerse de sus recuerdos. Para mí, un boleto de autobús puede ser el recuerdo de la vez que el chico que me gustaba eligió sentarse junto a mí a pesar de todos los otros lugares vacíos. Una tapa de resfresco es sinónimo de la primera vez que me rompieron el corazón. Un pedacito de servilleta guarda mi única cita en el extranjero. La envoltura de una barra de cereal es mi boleto a la primera vez que alguien, sin compartir mi sangre cuidó de mí como si su vida dependiera de ello. Por lo tanto, ya te imaginarás el trabajo que me cuesta desprenderme de mis cosas, por pequeñas que sean o tontas que parezcan.
Mi cuarto es el museo de mi vida, pero las tarjetitas de explicación están todas en mi memoria. De otra manera, tendríamos que leer… por ejemplo, debajo de mi Onigiri de fieltro con una aguja enterrada, un papelito que dijera algo así: Segundo de prepa / Aguja prestada a O.R.U. / Crush. Pero no es necesario, porque con sólo ver la aguja, el furby, la envoltura o los granitos de arena, mi cabeza vuela al momento exacto que guarda el objeto. Sé que suena muy exagerado y estoy segura de que te estás imaginando un cuarto lleno de basura. La verdad es que no, mi cuarto es más libros que cualquier otra cosa. Y… sí, los libros también son mis recuerdos. Los más valiosos.
Hace unos años descubrí que en mi ciudad existe un grupo de personas que se encargan de acercar la lectura a la gente; de que se elimine poco a poco ese maldito pensamiento de que la lectura no es para todos. Cuando los encontré, sentí algo muy parecido al amor a primera vista. Libros Libres Veracruz existía y estaban haciendo todo lo que yo soñaba hacer. Así que les admiré de lejitos, me hice parte de aquella familia con el corazón, sin acercarme realmente. Y ellos, los que le ponen alas a los libros, los que comparten sin esperar nada a cambio… me contagiaron las ganas de liberar.
La primera vez que participé en una liberación, me dijeron que no importaba el número de libros, ni el género, ni la extensión. Pero que sí era muy importante que esos libros fueran de mi librero personal: los más queridos, los más míos. Recuerdo el frío que sentí en la nuca cuando leí eso. El ligero temblor en mis manos. Pero al final, la sonrisa y el presentimiento de que estaba a punto de ocurrir algo muy grande.
Seleccioné seis libros, todos pertenecientes a mi librero principal. Seis que compartían espacio con Benedetti, Sandoval, Malpica. A cada uno le escribí una dedicatoria personal. En cada uno dejé mi esperanza, mi memoria y mi amor. Muy segura de que nada superaría a la electricidad que sentí en todo mi cuerpo cuando los dejaba en el piso, aprendí que ponerle alas a mis libros es un completo acto de confianza, de resistencia.
El veintiocho de Junio, celebramos el primer aniversario de el club de lectura del que formo parte: La Orden del Fénix. ¿Y sabes cómo lo celebramos? Liberando libros. Tuve la grandiosa fortuna de ver a través de fotos e historias de Instagram a más de treinta libros en diferentes ciudades que abandonaron sus hogares. Nuevamente sentí aquella electricidad al dejar volar mis historias… pero ahora, mi electricidad se conectó con la energía de ellos, porque esta vez lo hice de la mano de la gente que me gusta.
Así que ahora estoy muy segura de dos cosas: La primera, que no necesito guardar recuerdos para probarme absolutamente nada, porque tengo una voz que merece ser compartida en lugar de quedarse encerrada en objetos. Y la segunda es que no, una persona no puede cambiar al mundo, tampoco puede hacerlo un libro. Pero los libros sí que pueden ayudar a transformar la mente de la gente que uniendo fuerzas hace del mundo, un lugar más justo, un lugar más humano.
-Tere<3
¡Ya quiero que vivas más rodeada de todos tus libros!
Hay que seguir liberando…todo tu club te respalda 😀
Que bonito, recuerdo que yo también estaba muy ansiosa por dejar ir mis libros… Entiendo muy bien ese sentimiento acerca de los recuerdos.
Quisiera dejar algo mas significado pero llevo tanto pensando en que escribir que dejaré lo mas espontaneo posible.