Hace unos meses escuché a alguien repetir una frase que le dijo su terapeuta y se quedó atrapada en mi cabeza, dando vueltas y vueltas…

«Este es el precio de tu libertad».

En ese momento pensé en el mar, en los esquites, en mis amigos y en mis sobrinos. Ahora pienso en cumpleaños, navidades y reuniones. Supongo que la libertad siempre ha de tener un precio a pagar… ¿la libertad? O…. ¿mi libertad? 

Aunque creo que conforme cambio a la culpa y la vergüenza de lugar (para que se vayan con él, donde siempre han pertenecido) ese precio disminuye o se transforma. Y de todas formas, sé que por más que me esfuerce, ese precio no va a desaparecer mientras él siga sin hacerse responsable de sus acciones (y mientras todos a su alrededor sigan haciendo como si nada). Lo más difícil de sanar el abuso es eso, el remar contracorriente, el ver a tu abusador muy cómodo con su familia, sus reuniones, sus amigos y su vida… mientras tú tienes que ponerle un precio a tu libertad. Y es que pareciera que no le bastó con robarte tu infancia, tu voz, tu seguridad y (casi por completo) tu cordura. No, el abusador lo quiere todo (y todo lo tendrá siempre que así se lo permitan). 

Injusticia es lo que más he sentido en mi proceso, incluso ahora, que escribo esto desde un lugar mucho más tranquilo del que suelo encontrarme cada que pienso en mi abusador y en su (al parecer) inquebrantable pacto con su alrededor por no incomodarse, por seguir haciendo como si nada. 

Pero no sé, tal vez después de la injusticia, de la vergüenza y de la culpa, viene la aceptación… la verdadera resiliencia, pero no esa falsa resiliencia que por tanto tiempo quise tener; porque ahora sé que ser resiliente no significa hacer como si nada. Porque ahora tengo claro que ser resiliente es enfrentar todas las cosas terribles que puedan sucedernos para convertirnos en nuestra mejor versión (no gracias al trauma, a pesar del trauma). 

No sé si mi libertad dejará de tener un precio algún día, pero ya puedo decir con seguridad que, aunque mi abusador me quitó muchas otras cosas… ya no me puede quitar mi presente. 

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